Sunday, April 20, 2008

DIÁLOGO SOBRE DIOS.


Este es un diálogo ficticio utilizando a dos filósofos griegos contemporáneos del siglo V antes de nuestra era. Por un lado Critias, primo de Platón, que no creía en los dioses ni en el alma espiritual y consideraba que las leyes y la idea de Dios no eran más que una hábil invención de los legisladores para gobernar a los hombres a través del miedo de los poderes sobrenaturales, es decir que Critias era ateo y por el otro lado, el de sobra conocido Sócrates que era un creyente pero no precisamente de los dioses griegos, uno de los cargos que le imputaron y por el cual fue condenado al exilio o a la muerte, prefiriendo esta última.

La muerte de Sócrates, pintura al óleo (1787) de Jacques-David,

Museo Metropolitano de Paris.

Critias: Cuando ocurre un terremoto, todos los animales incluyendo al hombre, corren buscando salvaguardarse del desastre, ¿no es así Sócrates?
Sócrates: Sin duda alguna mi querido Critias, es un acto instintivo de supervivencia.
Critias: Los animales junto con la mayoría de los hombres, corren despavoridos alejándose del peligro, pero no todos los seres humanos corren en forma instintiva y caótica sino que algunos lo hacen en forma razonada y segura, es decir que se alejan de los edificios y buscan áreas abiertas.
Sócrates: Es cierto, Critias, esa es una buena observación.
Critias: Incluso hay algunos que se hincan e imploran salvación y estos son los que tienen menos probabilidad de salvarse.
Sócrates: Efectivamente, es tal el miedo que produce un desastre natural, que prácticamente los paraliza y las piernas se les doblan cayendo de rodillas.
Critias: Pero no es necesario que ocurra un terremoto para que esa escena se repita en la vida cotidiana.
Sócrates: No te entiendo Critias, explícate por favor.
Critias: Me refiero a que en la vida normal de cualquier persona, el temor a lo desconocido, a lo impredecible y a la muerte, está permanentemente ligado a la vida misma.
Sócrates: Tienes razón, la vida y la muerte son las dos caras de la misma moneda y esencialmente es el tiempo y el azar los que finalmente determinan la cara que prevalecerá.
Critias: Si el temor a lo desconocido, lo impredecible y la muerte es lo que genera esos comportamientos, entonces también será el mismo temor el que origina a los dioses y sus correspondientes creencias y rituales para que los protejan contra lo desconocido, lo impredecible y la muerte.
Sócrates: Suena lógico tu razonamiento, pero en todo caso si el miedo es un comportamiento instintivo, entonces todos los seres humanos sin excepción, serían creyentes en dioses.
Critias: Lo que dices es correcto Sócrates, pero es necesario analizar a esos pocos que no corren en forma desaforada y determinar qué es lo que los hace alejarse del peligro en forma razonada y segura.
Sócrates: Pues si lo hacen en forma razonada y segura, entonces será su capacidad de razonar lo que los hace más diligentes a la sobrevivencia ¿no es así?
Critias: Es evidente que la capacidad de razonar es importante, pero hay otro concepto que los hace actuar con la tranquilidad que el caso amerita.
Sócrates: Y cual es ese otro concepto Critias.
Critias: El valor que se sobrepone al miedo.
Sócrates: ¿Quieres decir que las personas que caen de rodillas son porque su miedo sobrepasa su valor?
Critias: Exactamente Sócrates, y las que corren en forma razonada pero diligente es debido a que su valor es superior a su miedo.
Sócrates: Muy interesante Critias, entonces es la relación entre el valor y el temor el que determina quien necesita de dioses y quien no.
Critias: Así me parece Sócrates, ya que no encuentro otras razones para explicar satisfactoriamente el comportamiento de unos y de otros ante el mismo hecho o suceso.
Sócrates: ¿Entonces quieres decir que los dioses son solo una idea enraizada en las emociones básicas del temor y el valor?
Critias: Así es mi querido Sócrates.
Sócrates: Pero entonces si el temor y el valor son tan naturales ¿por qué no se acepta que la idea de los dioses no es más que un resultado de esas emociones?
Critias: Principalmente por tres razones...
Sócrates: Apúrate que estoy impaciente por escucharlas.
Critias: En primer lugar, el valor y el temor son dos emociones innatas las cuales no existe forma alguna de enseñar a tener valor a una persona ni a enseñarle a evitar el temor.
Sócrates: ¿Qué quieres decir con emociones innatas?
Critias: Quiero decir que desde que nacemos ya traemos esas emociones y que se observan en los infantes a través de su carácter o temperamento, es decir que hay infantes muy tímidos y otros más atrevidos y menos tímidos. Este comportamiento infantil es más visible cuando los niños se quedan solos y se enfrentan a alguna situación extraña. Los más tímidos llorarán a gritos y los menos tímidos no solo no llorarán sino que continuarán jugando a solas y cuando los tratan de separar del juego se molestan.
Sócrates: He observado ese comportamiento que dices y coincido contigo en las diferencias individuales del carácter o temperamento de los niños, pero ese comportamiento que es observable por cualquiera ¿qué relación tiene con no reconocer públicamente que el origen de los dioses es por el temor y el valor?
Critias: Aquí entra en juego la segunda razón fundamental, la cultura. Esto significa que para cualquier sociedad, es inaceptable que las personas tengan más temor que su valor y entonces se les reprime con calificativos de cobardes, niños, afeminados, etc. y se les alienta a ser lo que no son con calificativos de valientes, héroes, etc. Esta situación es necesaria para la sobrevivencia de la sociedad misma que requiere de personas más valerosas y menos temerosas.
Sócrates: Entiendo, ¿y cuál es la tercera razón para evitar aceptar que los dioses son producto de las emociones básicas del temor y el valor?
Critias: La tercera razón fundamental es derivada de las dos primeras, es decir que sabiendo que estas emociones son innatas y por lo tanto, poco modificables y ante la imperiosa necesidad de salvaguardar la sociedad y el gobierno con ciudadanos valerosos, entonces es menester darle una salida digna a esa contraposición del escaso valor y el excesivo temor. Esta salida esta a cargo de los sacerdotes y es promovida por los legisladores, haciendo que el pueblo crea y sienta que son los dioses los que originan lo desconocido, lo impredecible y lo inevitable, que solo orando, teniendo fe y haciendo sacrificios para tenerlos contentos a esos dioses se garantizará la seguridad emocional de los ciudadanos.
Sócrates: Vaya salida tan ingeniosa, inteligente y tan bien estructurada, me las imagino con rituales y ceremonias solemnes encabezadas por la alta dirigencia tanto del gobierno como de los sacerdotes, pero ¿qué hay con esos que no necesitan de dioses, es decir de los que su valor sobrepasa a su temor? Pondrán en evidencia y echaran a perder la salida inteligente y estructurada de los legisladores.
Critias: Eso no va a suceder y ellos no van a ser problema alguno, porque son una escasa minoría y además se les aplicará la ley mordaza.
Sócrates: ¿Ley mordaza? ¿Qué es eso?
Critias: La ley mordaza es una ley no escrita, pero que está implícita en el gobierno y ésta se encarga de mantener la boca cerrada a esa minoría y aquellos que no lo hagan, entonces se les llevará a juicio acusándolos de ateos y de esta manera serán eliminados de la sociedad.
Sócrates: ¿Pero no es eso injusto?
Critias: Seria más injusto que la sociedad entera se desintegre a causa de unos cuantos. No existe la sociedad perfecta, así que el precio de unos cuantos bien vale la pena por la sociedad entera.
Sócrates: Supongo que al educar férreamente a los ciudadanos bajo el yugo de los dioses y enfatizar y hacer más solemnes los rituales, harán que con el tiempo las propias masas ahoguen los argumentos de los ateos.
Critias: Así es mi querido Sócrates, el futuro del gobierno está asegurado, ya que las masas harán ese trabajo en forma extremadamente efectiva, por un lado debido a la naturaleza gregaria del ser humano y por el otro, de que éste es un esclavo de sus hábitos
FIN.